#CineExperimentalConBaba: Memento Mori, la resurrección de la Naturaleza Muerta de Bertrand Mandico

 

"El cine es una realidad emocional y, como tal, el espectador la percibe como una segunda realidad.” Andréi Tarkovski 

 

Nuestra más reciente colaboradora, Ivana Kordi Oszlak (Baba para les amigues), nos trae una segunda entrega de #CineExperimentalConBaba en donde nos cuenta sobre su experiencia viendo por primera vez este cortometraje experimental francés. Si te perdiste la edición anterior, podés leerla acá.

 
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La primera vez que vi este cortometraje quedé atónita. La cita de Tarkovski es un buen punto de partida para hablar sobre La Réssurection des Natures Mortes (2012) (o, en español, La resurrección de la Naturaleza Muerta) del director francés de cine experimental Bertrand Mandico

 

Tinta roja bajo el agua. No, tinta no, humo. Humo rojo en el aire. Es difícil dilucidar lo que se ve y sin llegar a lograr comprender aparece una mujer. Una mujer que habla de una mujer: 

 

“Algún día…” dice, “…me gustaría poder hacerla sonreír (…) una última vez.”. 

 

La resurrección de la Naturaleza Muerta nos muestra un mundo desprovisto de vida, un paisaje natural helado e inhóspito y una atmósfera desagradable que carece de suavidad. Habitan este mundo, como Adán y Eva el paraíso, nuestros protagonistas Fièvre -fiebre en francés- y El Hombre de luto. 

 

Fièvre pasa sus días entre barro, nieve y pantanos buscando y rescatando animales muertos. Los lleva a su casa donde los limpia, decora y conserva para, luego, devolverlos a la vida por medio del stop-motion. Vive como una posesa maníaca cuyo único deseo es desdoblar los conceptos de la vida y la muerte y busca, febril y obstinada, la obra perfecta. 

 

Pero ¿qué la motiva? Esa es la pregunta que hasta el día de hoy no pude responder. Su vínculo con los animales que reanima no es mera obsesión artística; en una instancia encuentra un animal moribundo y se lanza sobre él, sobre la nieve, para acompañarlo en sus últimos momentos. Y me pregunto, ¿por qué? 

 

Late en el corazón de la película y sus personajes cierto aspecto infantil; es un cuento de hadas y encantamientos, un cuento de brujas y animales parlantes. Incluso, el mismo director compuso para las escenas de reanimación una música que puedo describir como poética, ingenua y aniñada pero que realmente se vale de ser escuchada. 

 
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Un día, El Hombre de luto busca a Fièvre: su esposa está muerta. En las palabras de Tarkovski, la muerte de la esposa de El Hombre de luto es una realidad emocional que percibimos como segunda realidad. No podemos evitar pensar: ¿y ahora qué? Sentimos su dolor. Y Fièvre también. Algo hierve bajo la superficie. 

 

Con una duración de tan solo 15 minutos logra, tanto a nivel narrativo como formal, una atmósfera “apnéica”. La compasión, la obsesión, el propósito, el ciclo de vida humano, el duelo y la muerte se engranan entre sí como ruedas pequeñas y filosas en un sueño -o pesadilla- tan real como la vida. Memento Mori, nos repite una y otra vez con cada movimiento, cada mirada, cada animal. 

 

“Un día…” dice Fièvre, “…una mujer”. 

 
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